Desarrollo del Programa de Bienestar de la Iglesia
Artículo sac Creencias mormonas
La
Gran Depresión golpeó mucho a los Estados Unidos el 29 de octubre de
1929. Sus efectos alcanzaron a todos, los Santos no fueron la
excepción. En 1932 el desempleo en Utah había alcanzado la asombrosa
cifra de 35.9 por ciento. Muchos estaban dispuestos a trabajar, pero no
podían encontrar un empleo. La gente tenía que hacer colas para
comprar pan y tratar de mantener a su familia. La Iglesia como
organización también fue muy golpeada. Las donaciones de los diezmos
bajaron desde $ 4 millones en 1927 hasta $ 2.4 millones en 1933 debido a
la caída repentina de los ingresos.
Desde antes de la Gran Depresión, la Iglesia contaba con un programa
de bienestar, pero no estaba estandarizado. El Obispado Presidente y la
Presidencia General de la Sociedad de Socorro ya se ocupaban
activamente de ayudar a los necesitados a encontrar un trabajo,
mantenían un almacén y ayudaban de todas las maneras posibles.
Con el Nuevo Trato del presidente Franklin D. Roosevelt, los líderes
de la Iglesia notaron que una apatía y sentido del derecho se filtraban
en la actitud de los Santos. El presidente Heber J. Grant señaló:
“Muchos han dicho…: ‘¿Y qué? Si otros reciben algo [de ayuda del
gobierno], ¿por qué no he de recibir yo también?
“Creo que va predominando entre la gente la tendencia a tratar de
conseguir algo del gobierno de los Estados Unidos sin posibilidades de
llegar a pagarlo nunca. Y pienso que es un gran error”.
Los líderes de la Iglesia querían encontrar una manera de ayudar a
los miembros que luchaban mientras tomaban los consejos de las
Escrituras, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18), pero
sabían que estaba mal que la gente sea ociosa y obtenga algo sin nada a
cambio. Sobre la base de los fundamentos del sistema de bienestar que
ya tenía, la Iglesia comenzó a desarrollar y aplicar los principios
recibidos a través de la revelación. Sylvester P. Cannon, el obispo
presidente en 1930, describió el objetivo “asegurarse de que ninguno de
los miembros activos de la Iglesia sufra la carencia de los artículos de
primera necesidad… La labor de la Iglesia… consiste en ayudar a las
personas a ayudarse a sí mismas. Nuestra norma es auxiliarlas para que
se hagan independientes… en lugar de tener que depender del socorro de
la Iglesia”.
Los diferentes barrios manejaron esto de distintas maneras. Algunos
pusieron en funcionamiento clases de costura y enlatado de alimentos
mientras que otros crearon proyectos para que los miembros trabajen
juntos en beneficio de todos. En julio de 1933, la Primera Presidencia
dio a conocer los principios fundamentales de asistencia que podrían
aplicarse en toda la Iglesia. La Primera Presidencia dijo: “Nuestros
miembros capacitados no deben pasar la vergüenza de aceptar algo sin dar
nada a cambio, a menos que sea como último recurso… Los oficiales de la
Iglesia que administren la asistencia deben buscar los medios por los
cuales todo miembro capacitado de la Iglesia que se encuentre en
situación de necesidad pueda compensar la ayuda recibida rindiendo a
cambio algún tipo de servicio”. Los líderes de la Iglesia también
hicieron hincapié en la importancia de vivir con rectitud, de acuerdo
con la economía y con moderación”.
En 1935 Harold B. Lee fue llamado a introducir el programa de
bienestar en toda la Iglesia. Después de un año de preparación y
revisión de los principios de la Iglesia ya implementados, los líderes
de la Iglesia celebraron una sesión extraordinaria para las presidencias
de estaca y los obispados de barrio. En esta reunión se refirieron al
hecho de que una sexta parte de todos los miembros de la Iglesia recibía
ayuda pública y que muchos de ellos no daban nada a cambio. La Primera
Presidencia amonestó a los líderes a “estimular de nuevo el deseo de
independencia económica entre los Santos de los Últimos Días”.
A los maestros de barrio (ahora llamados maestros orientadores) se
les dio la responsabilidad, al igual que a las hermanas de la Sociedad
de Socorro, de “descubrir y evaluar” la magnitud de las necesidades de
los miembros del barrio. También se exhortó a los miembros a aumentar
sus ofrendas de ayuno con el fin de crear una base para el programa de
bienestar. El programa comenzó a nivel de barrio y aumentó en jerarquía
a nivel de estaca, luego a nivel regional, y en última instancia a
nivel de Obispado Presidente.
A medida que el programa de bienestar se desarrollaba, los líderes de
la Iglesia expresaban continuamente a los Santos la necesidad de
trabajar, el deseo de trabajar, el ahorro, el trabajo y la recuperación
de su autoestima. J. Reuben Clark, quien fue llamado a ayudar con el
programa de bienestar, habló sobre el tema en la conferencia general de
abril de 1937, un discurso que aún es citado a menudo hoy en día:
“Evitemos las deudas como si evitaríamos una plaga…
“Que todo cabeza de familia se esfuerce por tener alimentos y ropa,
y, si es posible combustible también, por lo menos para todo un año… Que
todo cabeza de familia tenga como meta ser propietario de su casa,
libre de hipotecas.
“Cubrámonos otra vez con estas bien probadas y nobles virtudes: la
honestidad, la veracidad, la castidad, la sensatez, la templanza, la
industria y la economía; desechemos toda codicia y ambición injusta”.
Con los principios instaurados y con la fe de los Santos en juego,
las ofrendas de ayuno aumentaron tanto en tamaño como en número. Los
barrios y las estacas, así como la organización de la Iglesia misma,
continuaron adquiriendo granjas, envasadoras y otras empresas que
produjeran para sí mismas. Las organizaciones de la Sociedad de Socorro
ayudaron a impartir cursos de costura, panadería y conservación de
alimentos. En 1938, los mormones
fundaron Industrias Deseret para ofrecer empleos a los que no podían
encontrar uno y para garantizar que los bienes no sean descartados
innecesariamente. Aún funciona hasta la actualidad.
Los que han recibido y reciben ayuda a través del programa de
bienestar tienen la oportunidad de trabajar por lo que reciben o pagar
de cualquier manera. El programa de bienestar es una organización en
funcionamiento y es dirigida de manera eficiente. Su objetivo es ayudar
a la gente a ayudarse a sí misma. Tiene muchas facetas, tales como
suministrar alimentos, artículos para el hogar y ropa a aquellos que de
otra manera no se lo pueden permitir. Cuenta con instalaciones de
capacitación laboral y talleres, e incluso proporciona servicios de
adopción y asesoramiento. Los miembros son animados a ser voluntarios
en las numerosas instalaciones como forma de servicio a los menos
afortunados.
¿Acaso no se parece actualmente nuestra época a la descrita arriba? Al menos en España, nos estamos encontrando en situaciones muy parecidas con mucha gente en el paro, sin poder encontrar trabajo, y la situación empeora de día en día.
Tal vez sea ésta una buenísima oportunidad para que las presidencias de la Sociedad de Socorro oren para encontrar la mejor manera de ayudar a las hermanas a recobrar "el deseo de trabajar, el ahorro, el trabajo y la recuperación de la autoestima" como se dijo arriba. Es tal vez ahora el momento de enseñar a las hermanas a coser para que hagan su propia ropa y la de su familia, a hacer punto (calcetar), a aprender a hacer conservas, y todo lo que sea necesario para que puedan vivir de forma frugal, pero autosuficiente.
Que al planear las ACTIVIDADES ADICIONALES, las presidencias de la Sociedad de Socorro se basen en las palabras de J. Reuban Clark:
"Cubrámonos otra vez con estas bien probadas y nobles virtudes: ... la templanza, la
industria y la economía; desechemos toda codicia y ambición injusta”.
El mundo en el que vivimos actualmente no está ya para el despilfarro. Es el momento de reaprender a ser trabajadoras, industriosas, a crear muchas cosas con nuestras propias manos, a ser autosuficientes en nuestros hogares, ayudando a la economía familiar al hacer casi todo por nosotras mismas, ayudando así a ahorrar en beneficio de nuestra familia.
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