OBJETIVO DE ESTE BLOG

Como miembro de la Sociedad de Socorro desde hace muchos años, y habiendo tenido la oportunidad de compartir diversas experiencias con diferentes mujeres tanto en barrios como en ramas en cuanto a esta organización en varios lugares de Europa, quisiera compartir con las demás hermanas del mundo a través de este Blog, lo que para mí sería "una Sociedad de Socorro ideal".

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sábado, 4 de mayo de 2013

"ALGO MEJOR" La Sociedad de Socorro femenina de Nauvoo

(Sacado del capítulo 2 de Hijas en Mi Reino, este artículo podría ser analizado durante una clase de un Primer Domingo de mes durante la  reunión de la Sociedad de Socorro cuyo tema sería la Caridad,  y cómo debería ser una Sociedad de Socorro ideal en la que todas las hermanas se sintieran fortalecidas, aceptadas y queridas.)
 
José Smith dijo: "La Sociedad de Socorro existe no sólo para dar alivio al pobre, sino para salvar almas."
El profeta José Smith alentaba a las hemanas de la Sociedad de Socorro en sus esfuerzos por fortalecer a los necesitados. En una reunión de la Sociedad de Socorro, después de enseñarles sobre 1 Corintios 12 (acerca de los dones espirituales), comenzó a leer el discurso de Pablo sobre la caridad que está en 1 Corintios 13. Al comentar el capítulo, el Profeta dijo:
"No se limiten en sus puntos de vista con respecto a las virtudes de su prójimo...Si desean hacer lo que hizo Jesús, deben ensanchar su alma hacia los demás... Al ir aumentando en inocencia y virtud, al ir incrementando su bondad, dejen que se ensanche su corazón, hagan que se extienda hacia los demás; deben ser longánimes y sobrellevar las faltas y los errores del género humano. ¡Cuán preciosas son las almas de los hombres!"
En otra reunión de la Sociedad de Socorro, enseñó:
"Nada tiene mayor efecto en una persona para inducirla a abandonar el pecado que llevarla de la mano y velar por ella con ternura. Cuando las personas me manifiestan la más mínima bondad y amor, ¡oh, qué poder ejerce aquello en mi alma!; mientras que un curso contrario tiende a agitar todos los sentimientos ásperos y contristar la mente humana."

Las hermanas de la Sociedad de Socorro adoptaron el servicio caritativo como un principio fundacional de su organización. Cada semana, al reunirse la Sociedad de Socorro femenina de Nauvoo, las hermanas presentaban un informe sobre los necesitados de forma individual. Una tesorera aceptaba los donativos y éstos se distribuían para ayudar a los necesitados. Los donativos comprendían dinero, provisiones, talentos y tiempo. Las mujeres donaban ropa y ropa de cama. Ofrecían lino, lana e hilo con los que se podía hacer ropa. También donaban alimentos: manzanas, cebollas, harina, azúcar, pan y mantequilla...

El Élder John A. Widtsoe, del Quórum de los Doce Apóstoles, describió la obra fundamental de la Sociedad de Socorro: 
"Ayudar al necesitado, atender al enfermo, disipar las dudas, liberar de la ignorancia, aliviar de todo lo que obstaculice la alegría y el progreso de la mujer. ¡Qué magnífica comisión!"
Las mujeres Santos de los Últimos Días, firmes en su fe y testimonio, han recibido verdaderamente "el encargo de los ángeles". 

El Élder M. Russell Ballard, del Quórum d elos Doce Apóstoles, enseñó:
"Toda hermana de esta Iglesia que haya hecho convenios con el Señor tiene el mandato divino de ayudar a salvar almas, de guiar a las mujeres del mundo, de fortalecer los hogares de Sión y de edificar el reino de Dios."

Cuando al principio del todo, Sarah M. Kimball y Margaret Cook decidieron fundar una sociedad de costura, querían ayudar a preparar un templo para el pueblo. Bajo la inspiración y la guía del profeta José Smith, el cual les dijo que el Señor tenía "ALGO MEJOR" para las mujeres de la Iglesia, tras lo cual organizó la Sociedad de Socorro, al final, contribuyeron a preparar un pueblo para el templo.
Dicha obra continúa hoy en día. Guiadas por los principios que José Smith enseñó, las hermanas de la Sociedad de Socorro trabajan juntas para preparar a las mujeres y a sus familias para las bendiciones supremas de Dios. 
Siguen con gozo el consejo de la madre de José Smith, Lucy Mack Smith:
"Debemos atesorarnos unas a otras, velar unas por otras, consolarnos unas a otras y adquirir conocimiento a fin de que todas nos sentemos juntas en el cielo."




lunes, 25 de febrero de 2013

LOS ORÍGENES DEL PROGRAMA DE LAS MAESTRAS VISITANTES


-Sacado del libro Hijas en Mi Reino-

En 1843, debido al crecimiento  de la población de Nauvoo, Illinois, los SUD de la ciudad fueron organizados en cuatro barrios. En una reunión efectuada el 28 de Julio de ese año, las líderes de la Sociedad de Socorro nombraron un comité visitante de cuatro hermanas en cada barrio
Las responsabilidades más importantes de este comité visitante eran evaluar las necesidades y recolectar donativos que consistían en dinero, alimentos y ropa.
Cada semana, los comités visitantes entregaban los donativos que habían recolectado a la tesorera de la Sociedad de Socorro, y la Sociedad de Socorrro utilizaba estos donativos para brindar ayuda y socorro a los necesitados.

Esta práctica continuó hasta bien entrado el s. XX. Por lo general, las hermanas asignadas a realizar las visitas portaban canastas y recibían artículos tales como fósforos, arroz, bicarbonato de sodio y fruta envasada. Se utilizaba la mayoría de los donativos para cubrir las necesidades locales, pero otras se usaban para satisfacer necesidades a miles de kilómetros de distancia. Por ejemplo, después de la Segunda Guerra Mundial, las hermanas de la Sociedad de Socorro en los Estados Unidos recolectaron, clasificaron, remendaron y empacaron más de 500.000 artículos de vestimenta y los enviaron a Europa.
Además de recolectar donativos, los comités visitantes evaluaban las necesidades de los hogares que visitaban. Informaban sus observaciones a las líderes de la Sociedad de Socorro, quienes organizaban la labor de ayuda.

El presidente Joseph F. Smith contó sobre una ocasión en que vio a las hermanas de la Sociedad de Socorro brindando amor cristiano desinteresado a una familia:
"No hace mucho tiempo tuve el privilegio de visitar uno de nuestros poblados en una remota estaca de Sión, en una época en que prevalecía allí mucha enfermedad y aunque habíamos estado de viaje varios días y llegamos a la población ya tarde en la noche, se nos pidió que acompañáramos al presidente para visitar a algunos enfermos. Encontramos a una pobre hermana postrada en su lecho de enferma, en condición crítica; su infortunado esposo estaba sentado junto a ella, casi abrumado por la terrible enfermedad de la esposa, quien era madre de varios niños pequeños que se agrupaban alrededor de ambos. La familia parecía encontrarse en una condición de extrema pobreza.
Al poco rato llegó a la casa una amable mujer de aspecto maternal, llevando consigo una canasta que contenía alimentos nutritivos y algunas golosinas para la afligida familia. Al preguntar quién era, supimos que había sido asignada por la Sociedad de Socorro del barrio para cuidar y velar por la hermana enferma durante esa noche. Estaba allí preparada para atender a los niños y para asegurarse de lavarlos, alimentarlos y acostarlos en forma apropiada, para arreglar la casa y hacer que la situación fuera lo más cómoda posible para la mujer enferma y para la familia. Supimos también que había otra buena hermana asignada para relevarla al día siguiente. Y así, día tras día, aquella pobre y afligida familia recibió cuidado y atención bondadosos de las hermanas de la Sociedad de Socorro hasta que la enferma se alivió de sus sufrimientos al recuperar la salud.
Además, supimos que aquella Sociedad de Socorro estaba tan bien organizada y ordenada que todos los enfermos de la colonia estaban recibiendo atención y cuidados similares para su consuelo y amparo. Nunca había visto yo tan claramente ejemplificadas la utilidad y la hermosura de esta organización grandiosa como en el ejemplo que allí presenciamos, y pensé cuán lleno de gracia fue que el Señor inspirara al profeta José Smith para establecer tal organización en la Iglesia."

El programa de las Maestras Visitantes como un ministerio espiritual:
Aunque las Maestras Visitantes siempre se han ocupado de las necesidades temporales de las personas y las familias, también han tenido un propósito superior. La hermana Eliza Snow, cuando fue la segunda Presidenta  General de la Sociedad de Socorro, enseñó:
"Considero el oficio de maestra visitante como un oficio elevado y sagrado. Confío en que las hermanas no crean que sólo consiste en pedir para los pobres. 
Ustedes desearán estar llenas del Espíritu de Dios, de sabiduría, humildad y amor, para que en caso de que ellas no tengan nada para dar, no sientan temor ante su visita."
Aconsejó a las Maestras Visitantes que se prepararan espiritualmente antes de visitar los hogares a fin de que pudieran determinar y satisfacer tanto las necesidades espirituales como las temporales
"Una Maestra Visitante debería tener consigo el Espíritu del Señor al entrar en una casa lo suficiente como para saber qué impresiones tiene al llegar allí... Supliquen ante Dios a fin de que puedan reconocer el sentimiento que prevalece en esa casa... y entonces quizá deseen expresar palabras de paz y consuelo. Y si hallan a una hermana en frialdad, llévenla a su corazón como tomarían a un niño en los brazos y denle abrigo."


En 1916 se pidió formalmente a las Maestras Visitantes que además de brindar servicio temporal, enseñaran un tema del Evangelio cada mes.
En 1923 la Presidencia General de la Sociedad de Socorro instituyó mensajes mensuales uniformes para todas las Maestras Visitantes.

martes, 19 de febrero de 2013

CÓMO EMPEZÓ EL PLAN DE BIENESTAR



Desarrollo del Programa de Bienestar de la Iglesia

Artículo sac Creencias mormonas
La Gran Depresión golpeó mucho a los Estados Unidos el 29 de octubre de 1929.  Sus efectos alcanzaron a todos, los Santos no fueron la excepción.  En 1932 el desempleo en Utah había alcanzado la asombrosa cifra de 35.9 por ciento.  Muchos estaban dispuestos a trabajar, pero no podían encontrar un empleo.  La gente tenía que hacer colas para comprar pan y tratar de mantener a su familia.  La Iglesia como organización también fue muy golpeada.  Las donaciones de los diezmos bajaron desde $ 4 millones en 1927 hasta $ 2.4 millones en 1933 debido a la caída repentina de los ingresos.

    Granero                        
Desde antes de la Gran Depresión, la Iglesia contaba con un programa de bienestar, pero no estaba estandarizado.  El Obispado Presidente y la Presidencia General de la Sociedad de Socorro ya se ocupaban activamente de ayudar a los necesitados a encontrar un trabajo, mantenían un almacén y ayudaban de todas las maneras posibles.
Con el Nuevo Trato del presidente Franklin D. Roosevelt, los líderes de la Iglesia notaron que una apatía y  sentido del derecho se filtraban en la actitud de los Santos.  El presidente Heber J. Grant señaló: “Muchos han dicho…: ‘¿Y qué?  Si otros reciben algo [de ayuda del gobierno], ¿por qué no he de recibir yo también?
“Creo que va predominando entre la gente la tendencia a tratar de conseguir algo del gobierno de los Estados Unidos sin posibilidades de llegar a pagarlo nunca.  Y pienso que es un gran error”.
Los líderes de la Iglesia querían encontrar una manera de ayudar a los miembros que luchaban mientras tomaban los consejos de las Escrituras, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18), pero sabían que estaba mal que la gente sea ociosa y obtenga algo sin nada a cambio.  Sobre la base de los fundamentos del sistema de bienestar que ya tenía, la Iglesia comenzó a desarrollar y aplicar los principios recibidos a través de la revelación.  Sylvester P. Cannon, el obispo presidente en 1930, describió el objetivo “asegurarse de que ninguno de los miembros activos de la Iglesia sufra la carencia de los artículos de primera necesidad… La labor de la Iglesia… consiste en ayudar a las personas a ayudarse a sí mismas.  Nuestra norma es auxiliarlas para que se hagan independientes… en lugar de tener que depender del socorro de la Iglesia”.
Los diferentes barrios manejaron esto de distintas maneras. Algunos pusieron en funcionamiento clases de costura y enlatado de alimentos mientras que otros crearon proyectos para que los miembros trabajen juntos en beneficio de todos.  En julio de 1933, la Primera Presidencia dio a conocer los principios fundamentales de asistencia que podrían aplicarse en toda la Iglesia.  La Primera Presidencia dijo: “Nuestros miembros capacitados no deben pasar la vergüenza de aceptar algo sin dar nada a cambio, a menos que sea como último recurso… Los oficiales de la Iglesia que administren la asistencia deben buscar los medios por los cuales todo miembro capacitado de la Iglesia que se encuentre en situación de necesidad pueda compensar la ayuda recibida rindiendo a cambio algún tipo de servicio”.  Los líderes de la Iglesia también hicieron hincapié en la importancia de vivir con rectitud, de acuerdo con la economía y con moderación”.
En 1935 Harold B. Lee fue llamado a introducir el programa de bienestar en toda la Iglesia.  Después de un año de preparación y revisión de los principios de la Iglesia ya implementados, los líderes de la Iglesia celebraron una sesión extraordinaria para las presidencias de estaca y los obispados de barrio.  En esta reunión se refirieron al hecho de que una sexta parte de todos los miembros de la Iglesia recibía ayuda pública y que muchos de ellos no daban nada a cambio. La Primera Presidencia amonestó a los líderes a “estimular de nuevo el deseo de independencia económica entre los Santos de los Últimos Días”.
A los maestros de barrio (ahora llamados maestros orientadores) se les dio la responsabilidad, al igual que a las hermanas de la Sociedad de Socorro, de “descubrir y evaluar” la magnitud de las necesidades de los miembros del barrio.  También se exhortó a los miembros a aumentar sus ofrendas de ayuno con el fin de crear una base para el programa de bienestar.  El programa comenzó a nivel de barrio y aumentó en jerarquía a nivel de estaca, luego a nivel regional, y en última instancia a nivel de Obispado Presidente.
A medida que el programa de bienestar se desarrollaba, los líderes de la Iglesia expresaban continuamente a los Santos la necesidad de trabajar, el deseo de trabajar, el ahorro, el trabajo y la recuperación de su autoestima.  J. Reuben Clark, quien fue llamado a ayudar con el programa de bienestar, habló sobre el tema en la conferencia general de abril de 1937, un discurso que aún es citado a menudo hoy en día:
“Evitemos las deudas como si evitaríamos una plaga…
“Que todo cabeza de familia se esfuerce por tener alimentos y ropa, y, si es posible combustible también, por lo menos para todo un año… Que todo cabeza de familia tenga como meta ser propietario de su casa, libre de hipotecas.
“Cubrámonos otra vez con estas bien probadas y nobles virtudes: la honestidad, la veracidad, la castidad, la sensatez, la templanza, la industria y la economía; desechemos toda codicia y ambición injusta”.
Con los principios instaurados y con la fe de los Santos en juego, las ofrendas de ayuno aumentaron tanto en tamaño como en número.  Los barrios y las estacas, así como la organización de la Iglesia misma, continuaron adquiriendo granjas, envasadoras y otras empresas que produjeran para sí mismas.  Las organizaciones de la Sociedad de Socorro ayudaron a impartir cursos de costura, panadería y conservación de alimentos.  En 1938, los mormones fundaron Industrias Deseret para ofrecer empleos a los que no podían encontrar uno y para garantizar que los bienes no sean descartados innecesariamente. Aún funciona hasta la actualidad.

 Industrias Deseret mormonas

Los que han recibido y reciben ayuda a través del programa de bienestar tienen la oportunidad de trabajar por lo que reciben o pagar de cualquier manera.  El programa de bienestar es una organización en funcionamiento y es dirigida de manera eficiente.  Su objetivo es ayudar a la gente a ayudarse a sí misma.  Tiene muchas facetas, tales como suministrar alimentos, artículos para el hogar y ropa a aquellos que de otra manera no se lo pueden permitir.  Cuenta con instalaciones de capacitación laboral y talleres, e incluso proporciona servicios de adopción y asesoramiento.  Los miembros son animados a ser voluntarios en las numerosas instalaciones como forma de servicio a los menos afortunados.


¿Acaso no se parece actualmente nuestra época a la descrita arriba? Al menos en España, nos estamos encontrando en situaciones muy parecidas con mucha gente en el paro, sin poder encontrar trabajo, y la situación empeora de día en día.
Tal vez sea ésta una buenísima oportunidad para que las presidencias de la Sociedad de Socorro oren para encontrar la mejor manera de ayudar a las hermanas a recobrar "el deseo de trabajar, el ahorro, el trabajo y la recuperación de la autoestima" como se dijo arriba. Es tal vez ahora el momento de enseñar a las hermanas a coser para que hagan su propia ropa y la de su familia, a hacer punto (calcetar), a aprender a hacer conservas, y todo lo que sea necesario para que puedan vivir de forma frugal, pero autosuficiente.
Que al planear las ACTIVIDADES ADICIONALES, las presidencias de la Sociedad de Socorro se basen elas palabras de J. Reuban Clark: 
"Cubrámonos otra vez con estas bien probadas y nobles virtudes: ... la templanza, la industria y la economía; desechemos toda codicia y ambición injusta”.
El mundo en el que vivimos actualmente no está ya para el despilfarro. Es el momento de reaprender a ser trabajadoras, industriosas, a crear muchas cosas con nuestras propias manos, a ser autosuficientes en nuestros hogares, ayudando a la economía familiar al hacer casi todo por nosotras mismas, ayudando así a ahorrar en beneficio de nuestra familia.